En 1951, en el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), los seis Estados signatarios –la República Federal de Alemania (RFA), Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos– se declaraban “resueltos a sentar las bases de una unión cada vez más estrecha entre los pueblos europeos”. Los mismos signatarios retomaron esta formulación en el Tratado de Roma de 1957, que dio origen a la Comunidad Económica Europea (CEE) –convertida en Unión Europea (UE) en 1993–, y, a continuación, en todos los tratados europeos posteriores. Lo menos que se puede decir es que, sobre la mayoría de los grandes asuntos, el panorama que ofrece hoy en día la UE es más de desunión que de unión. Y esto ocurre tanto entre Estados como dentro de esos Estados. A este respecto, el brexit es un revelador emblemático, pero no el único.
En 1973, la entrada del Reino (...)