“Mandar obedeciendo”: esta máxima, pronunciada por Evo Morales el 21 de enero de 2006 tras su primera investidura presidencial y tomada prestada del subcomandante Marcos, simbolizaba entonces el compromiso del líder indígena y sindicalista boliviano por gobernar con los movimientos sociales que lo llevaron al poder. Su victoria, lograda con el 53,7% de los votos el 18 de diciembre de 2005, aparece como la traducción electoral de varios años de intensas movilizaciones antineoliberales. El Movimiento al Socialismo (MAS), su partido, concebido como un instrumento político al servicio de las organizaciones populares, encarnaba entonces la voluntad de hacer política de otro modo.
Sin embargo, tras más de una década, este instrumento democrático parece haberse transformado en una máquina de guerra destinada principalmente a garantizar la permanencia de Morales a la cabeza del Estado, tal y como lo demuestra la movilización del partido a favor de su reelección. No obstante, no se debería (...)