Los grandes grupos de la comunicación acaparan licencias y concesiones en el espacio de la comunicación, merced a la cautividad en que derivaron gobiernos y administraciones caídas en sus redes de influencia. Las instituciones deben garantizar el derecho a tener acceso al éter y a la banda ancha digital a cuantos lo deseen, pero no es fácil quebrar el entramado de intereses basado en políticas y objetivos que sólo persiguen beneficios y opulentas cuentas de explotación. ¿Se puede repetir la experiencia que aconteció con Internet en la segunda mitad de los años noventa? Frente a la colonización de la esfera comunicativa por parte de los grandes grupos privados y las corporaciones de intereses, es necesario afirmar un nuevo principio, sin el cual cualquier discurso acerca de la democracia pierde consistencia: la comunicación es un espacio público. En consecuencia, los ciudadanos tienen derecho a utilizar estos espacios como usuarios, pero también (...)
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Telestreet. Máquina imaginativa no homologada
Franco Bernardi, Marco Jacquemet, Giancarlo Vitali
El Viejo Topo, Barcelona, 2004,
205 pp. 15,85 €
por Manuel S. Jardí,
diciembre de 2004
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