El contraste es impresionante: fronterizo de Somalia –símbolo, si los hay, de un Estado fallido–, Somalilandia organizó el 26 de junio pasado una de las votaciones más democráticas que se hayan realizado en el continente negro desde hace muchos años. Una paradoja que en buena parte se explica por la historia.
Cuando el Reino Unido –pragmático y seguro de sí mismo– ocupó esta región del norte somalí, a finales del siglo XIX, sólo tenía dos objetivos: impedir a los franceses acceder a la desembocadura estratégica del Mar Rojo y alimentar –de manera económica– a su vecina colonia de Adén, establecida en una zona desértica. Los británicos, poco preocupados por hacer rentable ese territorio, se limitaron a una gestión minimalista, interfiriendo poco en la administración indígena y en sus eficaces mecanismos de resolución de los conflictos pastoriles (muy importantes en un ambiente nómada).
En el sur, la colonización italiana de Somalia adoptó una (...)