En 2009 fueron liquidados en Afganistán 2.412 civiles, y la cantidad de muertos sólo en el noroeste pastún de Pakistán –incluyendo civiles, militares e insurgentes– se acerca a los 12.000. Las conclusiones de las conferencias internacionales de Londres (28 de enero de 2010) y de Kabul (21 de agosto de 2010) son evidentemente insuficientes para detener esta espiral mortífera y el riesgo de un estallido en ambos países que, en conjunto, tienen 200 millones de habitantes.
¿Hay otros enfoques posibles fuera de tender la mano a los talibanes? La búsqueda de una solución alternativa lleva hacia terrenos comprometidos –herencias coloniales no solucionadas, objeción de todo lo no dicho entre Kabul e Islamabad– y aleja forzosamente las simplificaciones habituales.
Todo o casi todo se ha dicho sobre los errores estratégicos cometidos en Afganistán desde 2001. Poco se ha dicho, en cambio, sobre un gran malentendido inicial que resulta urgente analizar.
En 1986, Osama Ben (...)