Durante mucho tiempo ha sido un asunto mantenido bajo la alfombra. Era su lugar natural para las personalidades políticas, los profesionales de la información y muchos intelectuales. Era donde molestaba lo menos posible. Se trata de la cuestión del control de los medios de información general, de su papel ideológico en la producción de la ideología dominante, del posicionamiento de sus mandarines. No decir nada para no disgustar a los guardaespaldas de la notoriedad, no hacer nada que pudiera comprometer su acceso a los grandes medios de comunicación. Así, el espinoso asunto existía fuera del perímetro de la acción y de la movilización políticas.
Pero algo ha cambiado. Una prueba de ello son las reacciones que provocó la exhibición, el 27 de septiembre y el 8 de octubre pasados, de dos extractos de la película de Pierre Carles Fin de concession (Final de la concesión). En el primero, el diputado socialista (...)