En política, como en otros campos, hay problemas que no tienen solución si no se cambian las reglas del juego. Es lo que ocurre en Europa, con el financiamiento de los servicios públicos, la protección social y los sistemas de pensiones.
En mayor o menor grado, la mayoría de los Gobiernos se hallan sumergidos bajo enormes déficits públicos ampliamente imputables a las operaciones de rescate de los bancos y a los planes de reactivación con miras a dominar la crisis económica y financiera provocada… por esos mismos bancos. Salvados del desastre por el dinero público, éstos ahora quieren más. ¿Cómo? Imponiendo, en complicidad con las agencias de calificación, tipos de intereses exorbitantes para sus préstamos a los Estados más vulnerables. Lo que profundiza aún más sus déficits públicos…
Los Gobiernos europeos se plegaron a esas imposiciones implementando algo que ellos llaman “reformas”: reducción brutal de los efectivos e incluso de los sueldos (...)