Claro que muchos firmaríamos por una muerte repentina a los ochenta y nueve años, en plena forma y con el mismo entusiasmo que si hubiéramos vivido hasta unos minutos antes. Así fue la de José Ángel Ezcurra, afortunado él, pero nosotros nos quedamos sin el ejemplo de un hombre sensible, cariñoso, exquisito y algo tímido, que con tenacidad supo crear Triunfo, el medio de difusión democrático más importante desde el final de nuestra guerra civil.
Como ya se sabe, José Ángel procedía de una familia burguesa valenciana, de la que heredó la cabecera de una revista ligera y versada en cine comercial. Bajo su dirección modificó su portada y contenido. En primer lugar se rodeó de profesionales reputados, el primero: Eduardo Haro Tecglen, al que trajo del diario España de Tánger como subdirector. Acto seguido cambió la fachada. De las estrellitas alusivas a Hollywood y su cine invasor sólo quedó una, (...)