¿Qué le ha pasado a la sociedad israelí para llegar a producir líderes racistas como Avigdor Lieberman, jefe del partido de extrema derecha Israel Beitenou (Israel Nuestro Hogar), que ha vuelto al Gobierno como viceprimer ministro? Plantearse ese interrogante no tiene sentido. Sería más razonable preguntarse por qué ese fenómeno se produce justamente ahora, casi sesenta años después de la fundación del Estado de Israel.
Parece igualmente inútil preguntarse por qué los israelíes aceptan atrocidades como la eliminación de toda una familia palestina en la franja de Gaza. En cambio, resulta sorprendente que, después de cuarenta años de ocupación, una cantidad no despreciable de israelíes salga a las calles para denunciar injusticias como el bombardeo de Beit Hanun.
Desde su fundación, el Estado de Israel no deja de proclamar a los cuatro vientos que es la única democracia de Oriente Próximo. Comparado con Siria o con Irán, y en menor medida con (...)