El 20 de mayo de 1944, sólo dos días después del inicio del “programa” de deportación del pueblo tártaro, el NKDV concluye con satisfacción –y precisión quirúrgica–: 183.155 tártaros de Crimea se encuentran de camino a Asia Central, expulsados por traición en beneficio del enemigo alemán.
Así es como cuarenta y ocho horas les habrán bastado a los 20.000 hombres de la policía secreta soviética que han recibido la orden de efectuar esta purga para obedecerla. Del carácter más o menos afanoso de los ejecutores dependerá que los tátaros puedan o no llevarse consigo algo de ropa y objetos personales. Según los casos, tendrán quince minutos o una hora, raramente más, para reunirse en la plaza central del pueblo. Las propiedades y el ganado serán abandonados… y rápidamente recuperados por los colonos “eslavos” que el Estado soviético movilizará para reemplazar a la población desplazada.
Una vez reunidos alrededor de algunas estaciones de tren (...)