Contrariamente a una familia, o a una empresa, un Estado que se ve forzado en última instancia a pagar sus deudas... no las paga, sin por ello desaparecer del registro de comercio o de la superficie de la tierra; es decir, sin que liquiden su patrimonio para compensar a los acreedores. En el caso de una familia, la quiebra se paga mediante una liquidación: se rematan la casa de verano y la platería flamiliar para pagar como se pueda los últimos sueldos de los empleados domésticos y las cuentas del hogar, el notario o el banquero. El lector puede imaginar por su cuenta qué hace en este caso una familia que vive por debajo del umbral de pobreza...
En el caso de una empresa, se venden (bien o mal) las máquinas, los inmuebles, las patentes, el parque automovilístico, etc., para pagar (más mal que bien) a los proveedores, banqueros, demás prestamistas (...)