Había razones para no estar totalmente convencido de la tesis de Naomi Klein sobre la “doctrina del shock”. Sin duda es muy pertinente en un buen número de casos, sobre todo en los países del Sur o en las economías en transición. Pero no tiene la generalidad que implícitamente reivindica para sí misma, y resulta bastante evidente que la instalación del neoliberalismo en las economías llamadas “desarrolladas” no responde al modelo del “shock”, sino más bien a la implementación, progresiva y “en frío”, de una agenda que se vio sistematizada y profundizada a medida que se fue desplegando. Sin embargo hay que reconocer que, por primera vez, el análisis de Klein podría verse espectacularmente verificado en el corazón mismo del capitalismo “desarrollado”.
Con el implacable determinismo de un mecanismo de relojería, la crisis de las finanzas privadas ha mutado hacia una crisis de las finanzas públicas, lo cual a priori resulta (...)