En el Sudeste Asiático, a menudo se repite la misma historia. Al principio, en cada país, los medios de comunicación crean rumores respecto a los candidatos liberales que entusiasman. Estos rumores, divulgados por las elites nacionales cultivadas e interconectadas, son transmitidos a Occidente, que se exalta de buen grado. Así sucedió en Indonesia en 2014, cuando Joko Widodo, apodado Jokowi, hizo que llegaran aires nuevos a la vida política del país, estancada por los antiguos clanes. La campaña de este neófito de la política nacional, con una forma de gobernar muy innovadora, fue apoyada por las clases altas de Yakarta –donde era gobernador– y por personalidades del ámbito universitario de todas partes, hasta de Australia.
De la misma manera, la victoria de la Liga Nacional para la Democracia (LND) en Birmania en noviembre de 2015 pareció marcar el final de una época dominada por los militares. Efectivamente, según la Constitución, Aung (...)