J. es mi compañero de celda desde hace dos días. Un producto de la prisión. Asesino convencido con 17 años de cárcel cumplidos, otros más pendientes y un solo objetivo cuando salga: venganza.
¿De quién?
De todos.
¿Qué tienes dentro, José?
Sólo odio.
Estas líneas, elegidas al azar entre otras muchas historias de prisión, son de los apuntes de un preso universitario que fue trasladado de una prisión de Madrid, que pasa por ser modélica, a otra de Córdoba, alzada en medio de la nada. Cárcel de provincia pobre, cárcel de pobres, cárcel de desesperados. Como tantas otras. En esa prisión, como en otras, hay presos que acumulan 60, 100 o 150 causas; no salen de una y entran en otra. Hurtos, robos, lesiones, tirones, trapicheo de heroína, cocaína o hachís... Su horizonte es el fatal regreso a prisión. En jerga carcelaria son gremlins y parecen irrecuperables, destinados a ser encerrados y tirar la (...)