Las cumbres de dirigentes europeos van sucediéndose y fracasando; la Casa Blanca y el Congreso estadounidense se pelean sin ver resultados. “Los mercados” lo han comprendido, y ahora tratan a los políticos como a pollos sin cabeza, simples juguetes de las fuerzas que ellos mismos alumbraron y que ya no saben controlar. Sin embargo, al mismo tiempo –en Francia, en Rusia, en Estados Unidos, en otros lugares– se preparan las elecciones presidenciales, que saturan el espacio cívico y mediático, creando un sentimiento irreal de desconexión entre el decir y el hacer. Porque aunque no se espere gran cosa de los candidatos –e incluso nada de nada–, por lo menos son conocidos: su trayectoria, sus defectos, sus aliados, sus entornos, sus redes. Así pues, la atención de la población se centra más fácilmente en Barack Obama y Newton Gingrich, Nicolas Sarkozy y François Hollande, que en los fondos especulativos y las (...)
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Los pollos sin cabeza
por Serge Halimi,
enero de 2012
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