Históricamente se había clasificado a los partidos políticos en cuatro tipos diferentes: partidos de cuadros; partidos de masas; partidos atrapalotodo (catch-all); y partidos cártel.
Los primeros eran poco más que agrupaciones de personas de cierto renombre social con unos intereses compartidos. No tenían una estructura interna jerarquizada, y la lealtad al partido no era exigida.
Los de masas fueron consecuencia de la extensión del voto a todos los ciudadanos. Originariamente, los movimientos socialistas fueron los primeros en preparar a sus militantes, mediante una fuerte organización –tanto a nivel de lucha electoral como callejera– para la consecución del poder político.
El tipo catch-all resultó de la extensión de los medios de comunicación de masas. Estos partidos dejan a un lado la ideología para poder captar al mayor número de votantes. Donde esté la mayoría, allí estarán sus propuestas, en ese famoso “centro político” hacia donde tienden a ir los actuales partidos de “derechas” y (...)