En medio de la oscuridad emergen unas luces tenues. Estas dibujan las ventanas idénticas de un edificio de hormigón de Varsovia. El griterío de seis niños resuena en el patio de cemento. Los chiquillos corretean por un loft moderno y uno de ellos da brincos sobre un sofá chic. El propietario del inmueble, Darek Gocławski, conversa en ruso con sus madres, Tatiana Levtchenko, Irina C. y Anna B.. Son sus “invitadas” de Ucrania, nos explica este arquitecto polaco.
El mismo 24 de febrero, día de la invasión rusa del país vecino, Gocławski se ofreció a alojar a desplazados de guerra en su gran espacio de trabajo. “Mujeres y niños abarrotaban la estación de tren, yo no podía no hacer nada. Había estallado una guerra a solo 300 kilómetros de mi casa –nos cuenta conmovido–. Entonces lancé un llamamiento en la red social Facebook. En aquel momento pensaba que esta acogida sería (...)