¿Cabe imaginar demostración más elocuente? Louis Boyard, un joven estudiante y activista francés, destaca por su belicosidad; se convierte en comentarista habitual de un programa de la televisión francesa, Touche pas à mon poste!, poco respetado pero muy visto. Su notoriedad mediática le ayuda a que el partido Francia Insumisa lo elija como candidato para la Asamblea Nacional; el voto de los electores lo convierte en diputado. Cuando regresa como invitado al programa que afianzó su fama, el presentador, Cyril Hanouna, mucho más famoso que él, se pone a insultarlo en cuanto osa hablar mal de Vincent Bolloré, decimotercera fortuna de Francia (según la revista Challenges) y propietario de la cadena: “Eres un mierda”, “mandria”, “pedazo de gilipollas”, “me la trae floja que seas diputado”. El chaparrón de invectivas ilustra el estado de la relación de fuerzas entre el sector político y el mediático.
El escándalo engorda la audiencia de las (...)