Clandestinos pero luchando a cara descubierta. Denostados por la mayor parte de la sociedad, pero arraigados en la tradición. Sujetos a una ley que los amenaza con cárcel, pero punta de lanza del movimiento por los derechos civiles. Así son los homosexuales de Marruecos.
Samir Bargachi, 23 años, nacido en Nador y residente en Madrid, es una de las cabezas visibles del movimiento. Preside Kifkif, la asociación gay-lesbiana marroquí fundada hace cinco años y muy activa, pese a no haber sido legalizada. Lo mismo ocurre con Mithly (palabra que significa a la vez “gay” y “como yo”), la revista mensual de veinte páginas que se distribuye desde el 1 de abril pasado en todo Marruecos. Una primicia: es la única revista regular árabe sobre este tema. La tirada no supera los 200 ejemplares, pero encarna un desafío: Mithly, también accesible en internet, es clandestina. “Es imposible conseguir un permiso de impresión (...)