Bastó que, esta primavera de 2010, un artículo en El Watan relatara nuevos actos de violencia contra las mujeres en Hassi Messaoud, para alimentar –en Francia y, en menor medida, en Argelia– un increíble corpus de crónicas, programas televisivos, mesas redondas y manifestaciones de solidaridad: Hassi Messaoud parece ser “la capital de la violación”, y allí habría “pogromos” perpetrados por “hordas de violadores” “con turbantes y armados con sables”; al parecer, todos los días “se encuentran cadáveres en las dunas”.
En 2001, esta ciudad fue portada de diarios: el 13 de julio, cientos de hombres atacaron a mujeres en el barrio llamado El Haicha, en nombre de “las buenas costumbres”. Las víctimas eran “golpeadas, heridas, apuñaladas, desvestidas, tiradas desnudas en la calle, arrastradas por el suelo, linchadas por la gente, mutiladas, torturadas, violadas y algunas enterradas vivas”. ¿Qué pasa en Hassi Messaoud nueve años después?
“Dicen” que para llegar se necesita un (...)