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La guerra en Georgia

Los ‘grandes’ juegan en Osetia

Desde la desaparición de la URSS, las tensiones entre las poblaciones de Osetia del Sur y Abjazia y la autoridad georgiana han ido en aumento, sobre todo desde la llegada al poder, en Georgia, del presidente Mijaíl Saakashvili. En juego, los derechos de las minorías nacionales que pueblan mayoritariamente los territorios en la periferia de Georgia y que son consideradas como una amenaza para la unidad del país. Amenaza agudizada tras la declaración de independencia de Kosovo, el 17 de febrero pasado, reconocida de forma unilateral por Estados Unidos y la mayoría de los países miembros de la Unión Europea. Conviene recordar que España y Georgia no reconocieron esta independencia. En aquel momento Rusia ya previno a la comunidad internacional del peligro de la política de “dos pesos, dos medidas” y el “efecto dominó” que podía producirse. El cumplimiento del oráculo no se ha hecho esperar.

El conflicto ha exaltado las tensiones ya existentes entre Moscú y Occidente. El pasado 26 de agosto el presidente ruso Dimitri Medvédev (tal como se lo había pedido el Parlamento el día anterior) declaró que su país reconocía la independencia de las regiones de Abjazia y Osetia del Sur como Estados independientes de Georgia.

Las cancillerías occidentales condenaron el gesto de Moscú, calificado de “extremadamente lamentable” por la secretaria de Estado norteamericana Condolezza Rice. La presidencia finlandesa de la OSCE estima que la decisión rusa constituye “una violación de los principios” de la organización.

Rusia, por su parte, ha congelado su cooperación militar con la OTAN y su presidente ha declarado: “No tenemos miedo a nada, incluida la guerra fría, que por descontado no deseamos”.

La crisis diplomática puede tener consecuencias en las negociaciones de Rusia para formar parte de la Organización Mundial del Comercio. Tal como actúa el presidente ruso en política internacional, lo hace su primer ministro en el terreno de la economía.

Francia, en calidad de presidente de la UE, convocó una reunión extraordinaria del Consejo europeo, el primero de septiembre. Esta cumbre, organizada a petición de varios Estados miembros, se dedicó a la crisis en Georgia.

Estamos ante una situación que seguramente obligue a replantear conceptos como los de “autonomía”, “autodeterminación”, “integridad territorial” y “soberanía nacional”.

por Jean Radvanyi, septiembre de 2008

Los pueblos de Osetia y de Georgia, mayoritariamente cristianos ortodoxos, mantienen estrechas y antiguas relaciones. Así, por ejemplo, durante el periodo soviético los matrimonios mixtos en Osetia del Sur eran corrientes. Sin embargo, a cada nuevo cambio histórico, cuando el nacionalismo georgiano, muy integrador y centralizador, se manifestaba plenamente, se producían sangrientos enfrentamientos entre ambas comunidades. En 1920, durante la primera república georgiana independiente, y luego en 1991-92, con los presidentes Zviad Gamsajurdia y Eduard Chevardnadze, el Ejército de Georgia intervino de manera sangrienta en Tsjinvali, capital de Osetia del Sur, causando numerosas víctimas y generando olas de refugiados hacia la actual Osetia del Norte y hacia Rusia. No cabe ninguna duda de que en cada ocasión Moscú utilizó y fomentó esos brotes nacionalistas, para tratar de debilitar a las autoridades de Tiflis, ayudando a los movimientos de Osetia del Sur (como lo hacía en Abjazia) a cuestionar la soberanía (...)

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