Miass, 14 de marzo. Nikolai Matveev se encuentra delante de un centro de reclutamiento del Ejército y acecha la llegada de sus tropas. A este presidente de la sección local de un sindicato de camioneros, la Unión Interregional de Conductores Profesionales (MPVP), que cuenta con 10.000 miembros en toda Rusia, se le unen cinco personas, entre ellas una periodista local. El pequeño grupo se sube al autobús, fletado por el sindicato. A finales del año pasado, el MPVP organizó dos operaciones de bloqueo que reunieron a más de cincuenta vehículos, toda una hazaña para una ciudad de 150.000 habitantes. Pero ese día, el llamamiento a las tropas no funcionó: es el momento de la desmovilización.
El autobús se dirige hacia el Palacio de Justicia de Cheliábinsk, donde tiene lugar el juicio en apelación de Alexandre Zakharov, un miembro del MPVP que, el pasado mes de enero, fue condenado en primera instancia (...)