Si Osama Bin Laden no hubiera existido, EEUU lo hubiera creado. Era un aliado como pocos. Representó una ayuda inestimable para varias Administraciones estadounidenses.
Cuando, a finales de los años 1970, Jimmy Carter primero y Ronald Reagan después, embarcaron a Estados Unidos en la macro operación encubierta que permitió armar y lanzar a decenas de miles de combatientes islámicos contra las tropas soviéticas que ocupaban Afganistán, el joven y rico empresario saudí Osama Ben Laden fue un aliado clave.
Y cuando ya en el siglo XXI George W. Bush necesitó dejar atrás su imagen de presidente fraudulentamente electo en aquellas escandalosas elecciones de noviembre de 2000, Ben Laden volvió a aparecer en escena para permitirle que, en un solo día, el 11-S de 2001, se disparara 40 puntos su popularidad, del 51% al 91%.
Diez años después, Osama Ben Laden volvió a socorrer a otro presidente en aprietos, haciendo subir su popularidad (...)