Irlanda, Grecia, Portugal y España no pertenecen al núcleo fundador de la Comunidad Económica Europea (CEE) instaurada en 1958 y convertida en Unión Europea (UE) en 1993. Irlanda (así como Dinamarca y el Reino Unido) pasó a ser país miembro en 1973, Grecia en 1981 y los dos Estados ibéricos en 1986.
En virtud de ese desfase en el tiempo, los vínculos de unos y otros con la construcción europea han sido muy diferentes. La CEE nacida del Tratado de Roma (1957) fue concebida e instaurada por las elites administrativas, políticas y económicas de los seis países –Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos– prácticamente sin la mínima participación popular. Sólo los agricultores conocían sus mecanismos dado que, desde 1962, existía una política agrícola común (PAC) que contaba con un presupuesto importante. Para los demás sectores, y eso hasta mediados de los años 1980, “Europa”, entonces llamada “Mercado Común” a secas, (...)