Son las mujeres “más ecologistas” que los hombres? ¿Tienen una relación particular con la naturaleza, o un punto de vista privilegiado sobre los problemas ecológicos? Estas últimas décadas, mujeres que se dicen feministas han respondido afirmativamente a estas preguntas.
De hecho, esta posición data prácticamente de la aparición del movimiento ecologista moderno. En 1968, en su libro La Bombe P. (La bomba demográfica), Paul Ehrlich afirmaba que la superpoblación conducía a la ruina del planeta. Lo mejor que se podía hacer por la Tierra, afirmaba, era no reproducirse. Años más tarde, una feminista radical francesa, Françoise d’Eaubonne, comprobaba que la mitad de la población no tenía la posibilidad de elegir: las mujeres no controlaban su fertilidad. El “sistema del macho” patriarcal, tal como lo denominaba, las quería descalzas, embarazadas y fecundas.
Pero, afirmaba d’Eaubonne, las mujeres podían y debían responder exigiendo la libertad reproductiva: el fácil acceso al aborto y a la (...)