Bicicletas temerarias, camiones cargados con fardos de dudoso equilibrio, colectivos rebosantes de pasajeros, motos montadas por familias enteras: el único camino que conecta Dacca con el norte no se vacía nunca, ni de día ni de noche. A ambos lados de la maltratada carretera, mujeres adultas y jóvenes bordean la carretera nacional Nº 3, con un paso regular y resignado que hace pensar en una procesión religiosa. Las colas se rompen para hundirse en los solares en medio de los cuales se destacan, como enormes hormigueros, las fábricas textiles.
Todas las mañanas, tres millones de personas toman la carretera de las cuatro mil fábricas del cordón industrial de la capital. Más de tres cuartos de ellas son mujeres: pespuntadoras, modistas, costureras, encargadas de tareas de mantenimiento, etc. Las obreras de Bangladesh, de bajo coste, sacian el apetito de las grandes cadenas de distribución y de las marcas textiles occidentales. Wal-Mart, H&M, (...)