Llega a mis manos ahora, con dos años de retraso (pero se trata de la traducción francesa), el libro de Mario Vargas Llosa titulado Le langage de la passion. El diario Le Monde me encarga una crítica de esta obra, que leo sólo para comprobar la calidad de la traducción: su contenido lo conozco desde que se fue publicando (en verdad que muchos se me quedaron sin que alcanzase el final), un domingo sí y otro no en El País bajo la rúbrica “Piedra de toque”.
He de decir que el título (Le langage de la passion) despista. De entrada lleva a pensar en la exaltación que siente todo creador en los momentos de ejercer su oficio, y recordé el estado de ánimo de un escritor del que Juan Carlos Onetti dijo: “Lo admiro mucho porque es muy metódico: se levanta todos los días a las siete de la mañana, (...)