Ante la proximidad de las elecciones legislativas del 18 de septiembre de 2016, parece que en Rusia no se han tenido en cuenta las lecciones del pasado. La oposición liberal-demócrata, una vez más, ha fracasado en la formación de una coalición capaz de garantizarle una representación en la Duma, la Cámara Baja del Parlamento. A pesar de que las manifestaciones contra el fraude electoral en 2011 habían renovado su energía, la campaña de los últimos meses ha acentuado las peleas internas. En definitiva, los partidos que sitúan el Estado de derecho y la libertad de iniciativa en un lugar destacado de sus programas presentarán cinco listas separadas.
La flexibilización de las reglas que permiten participar en las elecciones –que fue concedida por el Ejecutivo después de 2011– ha ampliado efectivamente la oferta política (21 partidos frente a 7 en 2011), pero a costa de la dispersión de las fuerzas. Salvo algunas (...)