En la mañana del 24 de junio de 2016, el mundo descubre que, a la pregunta: “¿Debe el Reino Unido permanecer como miembro de la Unión Europea o debe abandonarla?”, el 51,9% de los votantes ha respondido: “Leave” (“abandonar”). Para muchos, el resultado es una sorpresa: la poderosa City, mimada por todos los poderes de Londres, parecía mostrarse unánime a favor del “Remain” (“permanecer”). ¿Qué había pasado? ¿La patronal financiera más poderosa de Europa no disponía de medios suficientes con los que hacer oír su voz sobre una cuestión que atañía a su futuro?
La campaña dirigida por la City a favor del “Remain”, ostensible y ruidosa, ocultó otra, más discreta pero masiva. Hallamos su rastro en los datos que hizo públicos la comisión electoral británica, que llevan a tres constataciones. En primer lugar, el sector financiero dedicó casi dos terceras partes de su inversión en el referéndum al apoyo del (...)