Kastelórizo es una pequeña isla situada en los confines orientales de Grecia, casi tocando con Turquía. El tiempo pasa lentamente en su único pueblo, ubicado en una profunda bahía. Estamos a finales de septiembre y un grupo de viejos pescadores juega a las cartas mientras los niños se entretienen atrapando tortugas en las aguas cristalinas. Frente a su café helado, Konstantinos Paputsis contempla satisfecho la inmensidad de la costa turca, a poco más de dos kilómetros, y la población de Kas, su único horizonte. “Somos una tranquila isla turística –asegura este afable dueño de una agencia de viajes–. No he parado de decírselo a los turistas todo el verano”. El puñado de cargos electos de este municipio de quinientas personas que le acompañan reiteran su apreciación con aire cortés: “No hay peligro alguno en Kastelórizo”.
Un imponente ferry, desmesurado en este pequeño puerto mediterráneo, anima el paisaje. Salido de Atenas apenas (...)