“Cada uno lucha ferozmente por su vida,
su pobre vida desesperada y animal,
y esta vida merece a sus ojos
que deban sacrificárseles todas las otra vidas.
Esta muerte moral, este escarnio de cualquier noción de solidaridad,
este olvido de la dignidad humana,
es mucho más triste que la muerte física”
Luciana Nissim Momigliano
Nosotros. La voz de nuestros torturadores en los locales de la policía secreta del general Pinochet. Su tono perentorio y grosero. El miedo. La vergüenza de tener que quitarse la ropa y permanecer desnudo durante muchas horas al día, con los ojos vendados, delante de un grupo de desconocidos que se encarnizan, insultan, muelen a palos, martirizan nuestros testículos a fuerza de descargas eléctricas.
Y yo... ¿Qué me reprochaban esos desconocidos? Haber escrito que la represión apuntaba a periodistas, juristas, hombres políticos, estudiantes, niños de la calle y campesinos. Que el carácter sistemático (...)