Veamos una curiosa historia, en la que entran en juego un avión privado con base en Alemania, un secuestro en plena calle en un país europeo, torturas peores que las de Guantánamo y las de Abu Ghraib, un abogado, varios espías y un presunto terrorista. Se trata de una historia verídica, y si pudo ocurrir es porque “la noción de derechos humanos es muy amplia”, como nos confió un ex agente de la CIA.
El caso comenzó en la tarde del 18 de diciembre de 2001, pocas semanas después de los atentados del 11 de septiembre, en momentos en que Kjell Jönsson, un abogado sueco especialista en temas de inmigración, hablaba por teléfono con uno de sus clientes, Mohamed Al-Zery, que había presentado una petición de asilo. “Repentinamente, oí una voz que le ordenaba a Al-Zery colgar el teléfono. Era la policía sueca que venía a detenerlo” recordó Jönsson. Sin embargo, (...)