El 14 de enero pasado, el movimiento social boliviano logró expulsar a una nueva empresa transnacional, la francesa Suez –la anterior había sido la norteamericana Bechtel, en abril de 2000–, que administraba los servicios de agua potable y alcantarillado en las ciudades de El Alto y La Paz, la sede de gobierno. Un nuevo golpe al modelo neoliberal que ya en octubre de 2003 perdió a uno de sus hombres más simbólicos, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, derrocado después de una insurrección popular que dejó 67 muertos y unos 400 heridos.
Bolivia es el segundo país más pobre de América Latina –después de Haití–, con una población de ocho millones de habitantes y una deuda externa superior a los 5.500 millones de dólares, para cuyo pago destina casi el 30% de su Producto Interior Bruto (PIB). En 1985, el presidente Víctor Paz Estenssoro, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), promulgó el (...)