“El Alto de pie, nunca de rodillas” es una consigna heredada de la llamada “guerra del gas”, de octubre de 2003. El 11 de enero pasado, ese grito volvió a retumbar en el Altiplano cuando un paro general de tres días logró la expulsión de Suez-Lyonnaise des Eaux. Esta transnacional francesa administraba los servicios de agua y alcantarillado en La Paz y El Alto, a través de una subsidiaria denominada Aguas del Illimani SA (AISA), en la que también participaba, con el 8% de las acciones, el Banco Mundial (BM), a través de su brazo privado, la Corporación Internacional Financiera (CIF).
Suez-Lyonnaise des Eaux llegó a Bolivia en 1997, con las privatizaciones promovidas por el entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Como el mercado no era lo suficientemente atractivo, el BM se asoció con la empresa francesa, que terminó reemplazando a la estatal Samapa. Pronto los cambios fueron evidentes: en algunos (...)