Todavía, 74 años después de la proclamación de la II República, la bandera tricolor -roja, amarilla y morada- aparece una y otra vez en las manifestaciones de la izquierda social en nuestro país. Todavía, o quizá habría que decir “otra vez”. Eminentes politólogos se han interesado –en ocasiones, inquietado– por el asunto.
Lo que ocurre es que en los últimos tiempos, especialmente durante los cuatro años finales del Aznarato, con su progresiva deriva hacia la derecha autoritaria, desembarazada ya la política conservadora de cualquier miramiento consensual, la idea de República ha adquirido una inesperada vigencia. Mientras tanto la restauración monárquica, que nació como una excrecencia del franquismo, ha tenido tiempo de consolidarse y de identificarse para muchos con el proyecto de modernización cultural del país, propio de una izquierda que, se quiera o no se quiera, tiene como referente más o menos remoto el intento republicano de 1931 y del gobierno (...)