En el gueto de Detroit, la ciudad se consume y desaparece poco a poco. Solo subsisten fragmentos. En algunas manzanas apenas quedan dos o tres viviendas habitadas. Entonces la ciudad cobra el aspecto de una ciudad arrasada: restos carbonizados, estacionamientos abandonados, fábricas paradas la transformaron en un vasto baldío. En el horizonte desierto, hierbas y árboles derribados erosionan las casas devastadas. La urbanización se descompone. Los densos poblados se convierten en campo. El paisaje se vuelve agreste cuando allí se mezcla el canto del gallo con el incesante canto de las cigarras. En Detroit, los sonidos de la naturaleza invaden la ciudad.
Si un 35% del terreno municipal está deshabitado, es porque en medio siglo, hecho extremadamente raro en la historia urbana mundial, Shrinking City (la ciudad que se encoge) perdió más de la mitad de su población, es decir, cerca de un millón de personas. Salvo en las inmediaciones de (...)