Nacida en Valga (Pontevedra) el 26 de agosto de 1868, Carolina Otero fue una de las más célebres cortesanas y artistas del music-hall del París de la Belle époque (1880-1914). Había huido de su aldea natal para escapar de las amenazas que atenazaban en aquel mundo a esta adolescente precoz, hermosa y pobre de solemnidad.
Y llegó a alcanzar más de lo que nunca podría haber soñado. Mujer fatal (la “Sirena del Suicidio”, la llamaban), deshizo corazones y fortunas a millonarios (como Joseph Kennedy), políticos, escritores (Gabriele d’Anunzzio, Aristide Briand, Colette) y monarcas, los reyes de Inglaterra, Serbia, España, el káiser, el zar de Rusia y muchos otros. Toulouse-Lautrec la retrata y el padre de la patria cubana, José Martí, le dedica versos. Sus senos perduran en las cúpulas gemelas del hotel Carlton de Cannes, moldeados a su imagen y semejanza.Violada por un zapatero remendón a los once años, fue expulsada (...)