Cada elección nacional en un Estado miembro de la Unión Europea (UE) tiene una dimensión extraterritorial. Dicha dimensión puede tomar implícitamente –o explícitamente, como el brexit de junio de 2016– la forma de un referéndum a favor o en contra de la construcción europea realmente existente.
Queda claro que, a pesar de la igualdad formal entre los Veintiocho (muy pronto veintisiete) asegurada por los tratados, el impacto exterior de un escrutinio difiere mucho según se trate de “pequeños” o de “grandes” países.
No obstante, dentro de esta última categoría existe una jerarquía que contaba, en su cúspide, con lo que se denominaba la “pareja” franco-alemana en una época en que las relaciones entre ambos países eran equilibradas. Ese pasado se ha extinguido, y la nueva relación de fuerzas se traduce simbólicamente en el ritual de la ceremonia de acatamiento a Berlín: unos días después de asumir su cargo, los dirigentes europeos en (...)