Kuwait en los años 1980, Dubái, miembro de la federación de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), en los años 1990 y, por último, Qatar y Abu Dabi una década más tarde: todos han emprendido una desenfrenada búsqueda de influencia que necesita medios financieros consecuentes. En esta búsqueda de visibilidad, los periodistas siempre han sido objetivos preferentes, con independencia de su nacionalidad. Invitados a viajes de prensa –a menudo la única manera de encontrarse con dirigentes locales–, se benefician de regalos que van de la estilográfica de marca al reloj de lujo, cuando no se trata de sobres con dinero en efectivo depositados en su habitación de hotel. No obstante, la crisis financiera de 2008 y, más recientemente, la guerra en Yemen, que impone gastos significativos a los EAU, han limitado estas dádivas.
Los países anfitriones tienen en cuenta los diversos niveles de exigencia ética que muestran sus invitados. Así pues, tanto (...)