Para persuadir a Felice del error que cometería casándose con él, Kafka le envía este desalentador autorretrato: “Ganarías un hombre enfermo, débil, huraño, taciturno, atribulado, envarado, casi desvalido, que acaso tenga una sola virtud, y es que te ama”. Tenía 30 años. Le quedaban diez de vida. “Lo único que poseo son ciertas facultades que, a una profundidad casi inalcanzable en condiciones normales, consiguen adquirir forma de literatura”.
El ensayo biográfico de Louis Begley presenta un Kafka sin veneración, más bien lo trata de un modo crítico y hasta provocativo. Mientras la mayoría de los estudiosos de su obra otorgan a los Diarios un valor crucial para la interpretación profunda de la realidad y de la ficción del escritor, Begley casi los desdeña (aunque los cita copiosamente). Son “un pobre registro de la vida de Kafka, y dicen relativamente poca cosa digna de mención acerca de acontecimientos de orden ético, (...)