El pasado 16 de marzo falleció en París, a la edad de 83 años, nuestro amigo entrañable, inmenso intelectual y colaborador de nuestro periódico José Vidal-Beneyto.
La última vez que lo vimos, a mediados de marzo pasado en el hospital de París, Pepín conservaba un rostro de eterno adolescente, una mirada cariñosa y unos modales nerviosos e impacientes. Ya no mostraba, en cambio, su célebre carácter entusiasta, sus “pataletas” épicas, ni el invasor malabarismo verbal que podía usar en varios idiomas. Lo conocimos en París hace unos cuarenta años, cuando conspiraba contra Franco desde un puesto en el que utilizaba con profusión las virtudes antedichas: representante de la Delegación exterior de la Junta Democrática.
Era un hombre de flechazos. El primero se lo asestó a él el catolicismo, y lo sufrió en el colegio de los escolapios de Zaragoza. En el segundo fue víctima del Opus Dei, cuando a los dieciséis años (...)