Desde la Edad Media, Luxemburgo –que consta de una región francófona al oeste, donde se hablan dialectos valones, y una región germanófona al este, donde se hablan dialectos fráncicos moselanos (véase la cartografía)– opta por el francés como lengua administrativa. Cuando Francia ocupa el territorio en el siglo XVII, y luego durante la Revolución, en 1795 –creando el efímero departamento de Forêts–, impone su idioma en la vida pública. Tras la derrota de Napoleón en Waterloo, el Congreso de Viena ratifica en 1815 la creación de un Gran Ducado, ligado al rey de los Países Bajos en régimen de unión personal, pero miembro de la Confederación Germánica, una unión laxa de reinos, principados y Estados soberanos de habla alemana.
Como consecuencia de la revolución belga, el Tratado de Londres (1839) reduce el Gran Ducado, ya independiente, a las regiones germanófonas. La parte occidental, por lo esencial francófona, forma la provincia belga (...)