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El multilingüismo, un rompecabezas escolar

enero de 2020

“Mostradme qué estereotipos de género habéis encontrado en este catálogo de juguetes”, dice la maestra. La palabra fluye entre los pupitres distribuidos en forma de U frente a ella. Uno tras otro, los alumnos seleccionan un ejemplo en su tableta electrónica y lo proyectan en la gran pantalla colectiva: niño haciendo de médico o mecánico, niña vestida de rosa encantada de planchar o cocinar... Como novedad en esta “sección 2” de “enseñanza europea”, que acoge a jóvenes de 13 años de una decena de nacionalidades, todas las clases (excepto las de idiomas) se imparten en francés. Inaugurado en septiembre de 2018, el Instituto Edward-Steichen de Clervaux, en el norte del país, dispone de unas instalaciones ultramodernas, con estructura de hormigón pulido, grandes ventanales con vistas al bosque y aulas equipadas con las tecnologías más recientes. Es uno de los cuatro establecimientos escolares públicos que ofrecen este nuevo plan de estudios. Bastante parecido al sistema francés o alemán, el bachillerato europeo rompe con la originalidad lingüística de la enseñanza en Luxemburgo.

Desde mediados del siglo XIX, el aprendizaje de la lectura y la escritura empieza a la edad de 6 años y se imparte en alemán. El francés se va introduciendo poco a poco, primero francés oral y luego escrito a partir de los 8 años. Se exige en todas las asignaturas a partir de los 15 años en el plan de estudios llamado “clásico”, la vía real hacia la universidad. En el plan de estudios denominado “general”, que abarca la enseñanza técnica y profesional (60% del alumnado de secundaria), el alemán sigue siendo la lengua mayoritaria, aunque el francés ocupa un lugar cada vez más importante.

A este doble aprendizaje se añaden el inglés y el luxemburgués –utilizado a diario en las actividades extraescolares–, lo cual representa “un reto importante para los jóvenes”, comenta Jean Billa, director del Instituto de Clervaux. Un eufemismo. Las encuestas nacionales e internacionales han evidenciado muchos casos de abandono escolar. Aunque representan más de dos tercios del alumnado de la enseñanza básica (primaria), los alumnos extranjeros o de origen extranjero tienen bastante peor rendimiento escolar que aquellos cuya lengua materna es el alemán o el luxemburgués. “Para los niños portugueses, de la antigua Yugoslavia o de Cabo Verde, dominar el alemán es casi imposible en este contexto”, explica el sociolingüista Christoph Purschke. “Aunque el país es muy rico y dispone de muchos recursos para ayudar a las escuelas, resulta complicado. Las lenguas son un factor clave en el fracaso escolar”. El sistema tiende a reforzar la reproducción de las elites, que saldrán trilingües, incluso cuadrilingües, de este currículo plagado de dificultades. También desanima a parte del alumnado de cultura germánica, que vive a disgusto con el predominio del francés en el bachillerato clásico.

Para actuar sobre los factores lingüísticos del abandono escolar, el Gobierno actual ha empezado por generalizar la introducción simultánea del francés y del luxemburgués en las guarderías y en los primeros cursos de educación infantil anteriores a la alfabetización, siendo obligatoria la escolarización a partir de los 4 años. “Debemos tratar de crear situaciones multilingües para abrir la mente, el oído y el intelecto a varios idiomas desde la más tierna edad”, argumenta el ministro de Educación Claude Meisch. Más importante, desde el inicio del año escolar 2018, la escuela pública ofrece estos planes de estudios hacia el bachillerato europeo y el bachillerato internacional en cuatro institutos, siendo el de Clervaux uno de ellos. Estos currículos permiten que cada estudiante escoja un solo idioma vehicular, y también determine el nivel de los demás idiomas que desea estudiar. Con este programa, lo que también intenta el Gobierno es evitar la fuga de jóvenes estudiantes de secundaria hacia países vecinos o hacia el sector privado.

Por esa misma razón, no está dispuesto a dar el paso hacia una alfabetización en el idioma nacional, propugnada por el Partido Reformista de Alternativa Democrática (ADR), a la derecha del espectro político, y por Déi Lénk (La Izquierda), en el otro extremo. La limitación del luxemburgués a dos horas semanales de expresión esencialmente oral pone un punto de ponderación en muchos discursos oficiales. “No veo contradicción alguna entre la promoción del idioma luxemburgués y una diversificación de la oferta escolar”, puntualiza Meisch. “Creo que, para funcionar como país, el multilingüismo es muy importante. Y, para entenderse como país, para tener una identidad como nación de Europa, el idioma luxemburgués es muy importante. Así que ambos son necesarios”.

El alumnado de los nuevos planes de estudios públicos irá aumentando a ritmo de un nivel cada año, pero las primeras tendencias han provocado sorpresa. La posibilidad de optar por un solo idioma principal ha beneficiado principalmente al francés, que fue elegido por casi la mitad de los alumnos de las primeras secciones abiertas al inicio del año escolar 2019, muy por delante del inglés, del alemán y luego del portugués.

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