Desde finales de noviembre de 2020, cientos de miles de campesinos se han instalado a las puertas de la capital india, Nueva Delhi, con el firme propósito de doblar el pulso al Gobierno. No es esta la primera vez que los agricultores ocupan la primera plana del escenario mediático y político en la India: a veces lo hacen por tragedias como suicidios masivos; a veces por su lucha contra los organismos genéticamente modificados (OGM) o también contra las expropiaciones. Esta vez, sin embargo, por lo numerosas y determinadas, por sus modos de acción y por la adhesión de una parte importante de la sociedad contraria a la política del primer ministro Narendra Modi, estas concentraciones cobran un carácter inédito.
La adopción de tres leyes, presentadas por el Gobierno a principios de junio y aprobadas por el Parlamento a mediados de septiembre, hizo saltar el polvorín para un sector ya muy castigado, (...)