Entre todas las vituallas que se enviaban al Ejército durante la guerra, el vino era sin duda la más esperada, la más apreciada por el soldado. Con tal de conseguir el ‘pinard’, los ‘peludos’ se enfrentaban a los peligros, desafiaban los obuses, eludían a los gendarmes. El abastecimiento de vino adquiría para éstos casi la misma importancia que el aprovisionamiento de municiones. El vino ha sido, para el combatiente, el estimulante benefactor de sus fuerzas tanto morales como físicas. Por eso, a su manera, contribuyó en gran medida a la victoria”.
- Fotografía perteneciente a la colección privada del autor.
El homenaje que aquí se rinde al vino, una obra publicitaria editada diecisiete años después del final de la Primera Guerra Mundial, no tiene, pues, nada de anodino. A modo de epígrafe de un opúsculo maravillosamente ilustrado por Raoul (...)