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Los Juegos Olímpicos impulsan el negocio de los deportes de invierno en China

“El mayor mercado de esquiadores principiantes”

A veces China llega tarde, pero cuando sus dirigentes y empresarios se involucran, las cosas cambian rápidamente. La práctica de deportes de invierno era casi inexistente en 1995. Sin embargo, para cuando se inauguren los Juegos Olímpicos en febrero, el gigante asiático contará con aproximadamente ochocientas estaciones de esquí. Las más importantes del país son cubiertas. Construidas junto a centros comerciales y de ocio, tienen capacidad para acoger a tres mil esquiadores simultáneamente.

por Jordan Pouille, enero de 2022

A pocas semanas de los Juegos Olímpicos de invierno (del 4 al 20 de febrero de 2022), los telespectadores chinos han descubierto en la cadena pública CCTV un breve documental titulado “Los guardianes de la montaña blanca”, en el que se alaba el heroísmo de los trabajadores de las pistas. La cinta nos presenta a Sun Duncheng, de 53 años, empleado de la estación de esquí de Fusong, en la provincia de Jilin (noreste de China). El buen hombre es un operador de cañones de nieve, que trabaja de 8 de la tarde a 8 de la mañana. Una manguera de agua atascada, una rotación irregular: a la menor anomalía, las máquinas envían alertas a su smartphone. A continuación, las cámaras se centran en Gao Wenbin y su máquina pisanieves, un vehículo oruga con el que tiene que alisar treinta pistas a la luz de sus potentes faros. “La nieve ha creado nuevas oportunidades de trabajo”, concluye una voz, recordando que el Gobierno pretende convertir a 300 millones de chinos en aficionados a los deportes de invierno.

Como cada año desde hace un lustro, Wu Bin, profesor titular de la Universidad de Deportes de Pekín, y además vicepresidente de la Asociación de Esquí de China y antiguo director de planificación estratégica de Vanke, uno de los cuatro principales promotores inmobiliarios del país, publicó el pasado julio su “libro blanco” sobre la industria del esquí, donde ofrece una instantánea definida. El gigante asiático dispone actualmente de 770 estaciones de deportes de invierno; en 1996 solo había una y en 2008, 200. En un año, entre abril de 2020 y abril de 2021, se registraron 20,76 millones de forfaits, contratados mayoritariamente por menores de 50 años (un 83%) y practicados sobre nieve artificial (en el 80% de los casos). Una prueba de que la mayoría de los usuarios son principiantes: apenas el 22% de las pistas ofrecen un desnivel de más de 100 metros. “China puede considerarse el mayor mercado de esquiadores principiantes del mundo”, resumen los investigadores franceses Arnaud Waquet y Sarah Mischler (1). Y añaden: “Han tenido que desarrollar un método sencillo para impartir nociones de esquí en media jornada, principalmente para atraer a la clase media alta”. De hecho, los chinos no conciben el esquí como un deporte que requiera de entrenamiento, sino como un breve producto de entretenimiento: “Después de dos o tres horas practicando el esquí, los usuarios entrevistados dicen querer hacer otra cosa en la estación: ir de compras, acudir a un spa, darse unos baños calientes, ¡pero la actividad más popular es comer en un restaurante!”.

Los esquiadores con mayores recursos frecuentan las estaciones del noreste, entre ellas los dominios de Beidahu y Yabuli, donde se encuentra implantado el Club Med, propiedad del holding chino Fosun desde 2015. En diciembre, sus tarifas de alojamiento en régimen de pensión completa con forfait y equipo oscilaban entre los 2000 y los 3000 euros por persona y semana (de dos a tres veces el salario medio mensual en Pekín o Shanghái). Estos dominios atraen a los más ricos, en su mayoría residentes hongkoneses, privados desde hace dos años de su escapada anual a Aspen o Courchevel (que incluso cuenta con una instructora china autorizada) debido a la pandemia y al cierre de las fronteras.

Los deportes de invierno a gran escala son la continuación lógica del desarrollo del turismo nacional, que se ha complejizado y diversificado. Este apareció “a finales de los años 1990 gracias a una sucesión de reformas del tiempo de trabajo y posteriormente a la adopción de las semanas de oro”, es decir, días libres especiales concedidos a los asalariados por el Gobierno en torno al Año Nuevo chino y al día de la fiesta nacional (el 1 de octubre). “No es casualidad que las primeras estaciones de esquí se construyeran a principios de la década de 2000”, gracias a una importante transferencia de tecnología y conocimientos técnicos procedentes del extranjero. La empresa de Grenoble Poma, líder mundial en la fabricación de remontes mecánicos y proveedor del telecabina de la Gran Muralla en 1987, ha multiplicado sus proyectos. Un ejemplo es el telecabina que, desde 2018, une Lianshi, una antigua ciudad minera de la provincia de Guizhou (en el suroeste), con la Montaña de las Bellas Flores, a 10 kilómetros de distancia, donde se ha construido un restaurante panorámico, una etapa intermedia que permite tomar un segundo telecabina que conduce hasta el dominio esquiable... donde la temperatura media en invierno varía entre 1 y 10 °C.

Para los amantes de la naturaleza en estado salvaje, también han aflorado complejos turísticos en Xinjiang, hogar de los uigures y de varias minorías étnicas. Desde 2013, las cordilleras de la provincia del Lejano Oeste chino han visto brotar 65 estaciones de esquí, algunas de ellas a más de 3000 metros de altitud para atrapar la nieve natural: lugares remotos, pero sinificados para el turismo. “Hubo ambición política, lo que contribuyó a un comienzo muy fuerte, pero en los últimos tres años la actividad se ha ralentizado considerablemente. Actualmente tenemos muchos menos encargos”, observa Fabien Felli, vicepresidente de Poma. Por ejemplo, la estación de esquí de Lhasa, en el Tíbet, anunciada en 2016 por el Diario del Pueblo, aún no está construida. “El modelo de negocio no es completo, porque las estaciones de esquí fueron pensadas principalmente por promotores inmobiliarios con el fin de vender pisos”; y con el hundimiento del grupo Evergrande ha dejado de ser un buen momento para asumir riesgos inmobiliarios. Según Felli, “hacen falta apartamentos e infraestructuras, por supuesto, pero también hay que desarrollar servicios y reflexionar sobre cómo darles más vida a los complejos, con la apertura de restaurantes y salas de cine, como en Corea del Sur, donde la fórmula all in one (‘todo en uno’) ha demostrado ser todo un éxito”.

En este contexto, las estaciones de esquí de interior (indoor), diseñadas como parques de atracciones en las afueras de las grandes ciudades y, por tanto, en las inmediaciones de una abundante clientela de clase media, son las grandes beneficiadas. Inicialmente percibido como algo insólito, el esquí en pista cubierta está arraigando e incluso se está convirtiendo en una especialidad china: el país cuenta con 36 estaciones cubiertas y se sitúa a la cabeza del podio mundial, por delante de la India (10), Finlandia (8) y Holanda (7). Actualmente está en marcha la construcción de una treintena más.

En Cantón se encuentra el mayor complejo de esquí cubierto de China, el Sunac Snow Park. Con 56.000 metros cuadrados de superficie nevada, puede recibir a hasta 3000 esquiadores simultáneamente en sus cinco pistas de esquí, además de otras atracciones de nieve, por unos 40 euros, incluyendo el equipo y la ropa de invierno. “Estoy absolutamente convencido de que el esquí de interior funcionará –asegura Felli–. No es ni más ni menos que un parque de atracciones, y los parques funcionan muy bien en China”. En Shanghái se está construyendo un parque el doble de grande, el Wintastar, muy cerca del de Disney. La grenoblesa Poma está presente allí. Para los esquiadores neófitos, esta práctica en interiores puede ser una puerta de entrada a la práctica en exteriores.

En Pekín, la ecuación parece haberse resuelto. Con motivo de los Juegos Olímpicos, la antigua planta siderúrgica de Shougang, cerca de la quinta ronda de circunvalación, se está transformando en un vasto espacio verde llamado Big Air Shougang, con un Starbucks, un estanque de peces y, sobre todo, una larga pista de snowboard freestyle (de estilo libre) recubierta de nieve artificial. La capital también se ha dotado de una línea de tren de alta velocidad, sin maquinista, para llegar a las pistas de Zhangjiakou, una zona montañosa situada a 200 km, en 47 minutos, frente a las 3 horas anteriores, atravesando un túnel excavado bajo la Gran Muralla. “Y aquí también la estación de esquí tendrá que convertirse en un parque de atracciones que no solo satisfaga al esquiador –nos indica Felli–. Por el momento, los forfaits resultan caros para una experiencia menos satisfactoria que en Courchevel o incluso en Japón... porque es nieve artificial con unas temperaturas que pueden ser muy rigurosas y un viento muy fuerte”.

Si bien a la venta de esquís a particulares le cuesta despegar, la de tablas de snowboard parece ir a buen ritmo, a pesar de la pandemia. La “culpa” la tienen, sin duda, algunas personas influentes, como Su Yiming, un joven snowboarder de 17 años originario de Jilin y que se entrena en Austria. Sus acrobacias sin precedentes, que se han hecho virales en Douyin (el TikTok chino), le han valido el favor de la televisión y algunos suculentos contratos de patrocinio. Una victoria en una competición internacional en Colorado (Estados Unidos) le permitirá participar en las Olimpiadas de invierno de Pekín. Su actuación será seguida de cerca por los espectadores chinos. Y podría dar lugar a una explosión de vocaciones.

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(1) Sarah Mischler y Arnaud Waquet, “La glocalisation du sport en Chine. Le cas des stations de ski dans le contexte des Jeux olympiques de Pékin 2022”, Management & Organisations du Sport, Episciences, Villeurbanne, de próxima publicación.

Jordan Pouille

Periodista.

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