Mayo de 2017. Ha sido necesaria la ayuda de un taxista y una intensa mañana recorriendo los sinuosos caminos de Shoushan para descubrir por fin el centro de pruebas de cultivo de arroz transgénico. En este pueblo de 16.000 habitantes, escondido en una montaña recubierta de exuberante vegetación subtropical a una veintena de kilómetros de la ciudad de Fuzhou, capital provincial de Fujian (al sudeste de China), ninguno de los habitantes a los que preguntamos conoce la expresión “organismo genéticamente modificado” (OGM).
Sin embargo, al final de un callejón, sobre una puerta metálica abierta de par en par y sin ninguna vigilancia, una placa indica: “Base nacional de tests intermedios y de industrialización del arroz transgénico”. Desde 2009, gracias a los 6 millones de yenes (769.000 euros) de inversión del Gobierno central y a los 4 millones de yenes (512.000 euros) de financiación local, este terreno de 170 mus (11,33 hectáreas) (...)