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El presidente Daniel Ortega, en un callejón sin salida

Deriva represiva en Nicaragua

Desde abril, Nicaragua es presa de enfrentamientos callejeros: por un lado, manifestantes de orígenes sociales variados y con ambiciones a menudo incompatibles; por el otro, el jefe de Estado, Daniel Ortega, a quien no le asusta la represión. En los años 1980, el dirigente sandinista podía contar con el respaldo de la izquierda internacionalista. ¿Cuál es la situación actual?

por Bernard Duterme, octubre de 2018

Existen dos lecturas de la violencia política que está desgarrando Nicaragua desde el pasado mes de abril. Por una parte, el presidente Daniel Ortega, el exdirigente revolucionario sandinista que volvió a situarse a la cabeza del país por las urnas en 2006, se presenta como víctima de un intento de “golpe de Estado” o de una “conspiración” urdida por “terroristas”, “delincuentes” y “narcotraficantes”. Por la otra, los contestatarios –estudiantes, campesinos, jubilados, indígenas, etc.–, unidos en movilizaciones masivas y a la vez heterogéneas que se describen como “autoconvocadas”, proclaman querer derrocar pacíficamente la “dictadura orteguista”, “nepotista y corrupta”.

Tanto en Europa como en Norteamérica y Sudamérica, la izquierda internacionalista, antaño solidaria con la revolución del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) liderado por el propio Ortega en los años 1980, también se está dividiendo. Unos, cercanos a la mayoría de los comandantes, responsables políticos e intelectuales sandinistas de ayer que abandonaron el (...)

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