Los sismólogos conocen bien el fenómeno de las réplicas, que a menudo causan más estragos que los terremotos que las preceden. La Primavera Árabe de 2011-2012 originó profundas fisuras en los sistemas autoritarios que gobiernan en la región, lo cual pone de manifiesto el ascendiente de los movimientos populares cuando rompen la barrera del miedo. En 2019 tuvo lugar la réplica más intensa de la Primavera Árabe, ya que se desató una ola de protestas que sacudió a varios gobiernos.
Las actuales revueltas en Argelia, Egipto, Irak, Jordania, el Líbano y Sudán son un reflejo de la intensificación lógica de la Primavera Árabe. Una vez más, este movimiento de protestas populares demuestra que las sociedades afectadas, que siempre han tenido que enfrentarse a la injusticia económica y política, se niegan a rendirse. Y, obviamente, sus adversarios –los regímenes despóticos– también se empeñan en aferrarse al poder. O, mejor dicho, tratan de (...)