Nos habían advertido de que el lugar no era fácil de encontrar. Tras partir con las primeras luces de la mañana de Guwahati, capital política, cultural y comercial de Assam, viajamos dos horas hacia el oeste a lo largo de la orilla izquierda del Brahmaputra, el poderoso río procedente del Himalaya que va a desembocar al golfo de Bengala, por el lado de Bangladesh. Assam, situado en el extremo noreste de la Unión de la India, es uno de los estados más pequeños de los 29 estados federales –apenas 35 millones de habitantes de un total de 1350, es decir, el 2,6%–. Al cabo de unos cien kilómetros bordeados por un campo caótico y cada vez más ocupado por el cemento, una señal indica el pueblo de Matia a la derecha.
El día anterior, el joven antropólogo de Guwahati que nos debía servir de guía renunció a acompañarnos. “Lo siento, es (...)